Todos nos dicen que debemos trabajar en el storytelling de nuestra marca, pero ¿cuál es el verdadero desafío detrás de esta tarea? No basta con tener una buena idea y comunicarla con entusiasmo; lo esencial es lograr que quienes nos escuchan comprendan el valor de nuestra propuesta y el impacto que puede generar en sus vidas.
A menudo, nuestros clientes sienten que su mensaje no se percibe con la misma claridad e ilusión con la que lo concibieron. Experimentan frustración al notar que su propuesta no llega de la manera esperada, lo que genera dudas sobre su verdadero impacto. La clave no está solo en destacar lo que hacemos, sino en mostrar cómo nuestra propuesta puede convertirse en la solución que las personas necesitan para generar un cambio o una mejora en sus vidas.
El valor de lo que ofreces no radica únicamente en el producto o servicio en sí, sino en el impacto que genera en las personas y en la forma en que estas lo perciben.
Con el tiempo, hemos aprendido que el rol de una marca no es ser la protagonista de la historia, sino convertirse en la guía que acompaña y empodera a sus clientes. Son ellos los verdaderos protagonistas, y la marca debe ayudarlos a encontrar su propio camino, resolver sus problemas y, en consecuencia, alcanzar un escenario ideal de vida.
Para construir un mensaje de marca consistente y que realmente conecte, los elementos clave son:
- Identificar el problema: comprender a fondo los desafíos y necesidades de tu público objetivo.
- Guiar con un plan de acción: mostrar de manera clara y estructurada cómo tu marca puede ayudar a resolver dicho problema.
- Predecir el resultado de éxito: proyectar el beneficio o la transformación que la persona experimentará al confiar en tu propuesta.
Cuando estos elementos se alinean en un mensaje de marca bien construido, la comunicación se vuelve poderosa, la conexión con la audiencia se fortalece y, en última instancia, la percepción del valor de tu trabajo crece.
Existen frameworks que pueden ayudar a construir este mensaje de manera estructurada. Se trata de detenerse, responder algunas preguntas —cuyas respuestas seguramente ya conoces, pero que nunca te has planteado conscientemente— y organizar la información de forma estratégica. Un mensaje de marca bien definido se convierte en una herramienta útil para desarrollar una web, estructurar la comunicación en redes sociales o incluso construir un pitch de ventas sólido y convincente.
No se trata solo de lo que ofreces, sino de cómo lo cuentas. Y, sobre todo, de cómo ayudas a que otros vean su propio camino hacia el éxito con tu marca como aliada.
Escrito por: Marian Alba / Fotografía: Daria Nepriakhina